Marzo
01
01
03
04
07
07
08
09
11
11
12
14
17
18
18
19
20
23
25
Anunciación de la Santísima Virgen
28
30
30
Aclaraciones * Mientras no se indique algo diferente, las narraciones de los Santos, han sido tomadas de la 4ta edición del "Año Cristiano" de Fray Justo Pérez de Urbel, publicada en 1951. (Ediciones FAX. Madrid, España) * Los santos canonizados en años posteriores, se tomarán de otras fuentes, y se irán añadiendo progresivamente al Santoral. Derechos Si alguien, reclamando los derechos legales de esta obra, o de las imágenes aquí utilizadas, desea que se suspenda su publicación, por favor diríjase a Correo HDV. |
SAN FIDEL DE SIGMARINGEN
Presbítero y mártir (1577-1622) Sacerdote Capuchino Memoria libre 24 de abril
Sigmaringen es una pequeña ciudad alemana del principado de Hohenzollern. Allí nació este mártir. El nombre de pila suena de una manera más familiar a nuestros oídos: Marcos Rey. En sus venas llevaba este alemán algo de aquella sangre generosa con que España fecundó en su gran siglo todos los campos del mundo. Y con la sangre, la pureza de la fe y la impetuosidad para vivirla y para defenderla. Estudiante en Friburgo, Fidel recibe ya de sus compañeros el nombre de filósofo cristiano. Hablar sentencioso, doctrina sin fermento, conducta irreprochable. Estudia las letras y el derecho, y de la vida conoce mucho más de lo que podía esperarse de un joven de veinte años. Pero quiere aprender más todavía. Cuando unos jóvenes de la más alta nobleza le invitan a acompañarles y guiarles en un viaje a través de Europa, Fidel acepta encantado. Es mentor e intérprete; sabe lenguas y entiende de costumbres y caracteres de pueblos. Sabe, sobre todo, el español, que en aquel tiempo de hegemonía hispánica era la lengua universal, como decía Saavedra Fajardo, la llave para abrir todas las puertas. Fidel sabe convertir el viaje en una peregrinación científica y religiosa. Introduce a su grupo de muchachos en los santuarios más famosos; les comenta las obras de los grandes artistas y les enseña a desentrañar la enseñanza de las cosas. En los caminos, sabe distraer sus fatigas contando las historias de los pueblos, y en las cocinas de los hoteles, después de saborear los macarrones italianos o los jamones de Castilla, deja caer al desgaire graves máximas, fruto de su precoz experiencia: «Un joven—les dice, viendo entrar a un mancebo ataviado como una cortesana—debe despreciar los vanos adornos. El que se viste como una mujer es indigno de la gloria, que sólo se alcanza abrazando los sufrimientos y despreciando los placeres.» Otro día, observando que sus compañeros se apartan con repugnancia de un mendigo maloliente, aprovecha la oportunidad para darles este bello consejo: —Vosotros estáis llamados a ser jefes de pueblos; pero nadie puede mandar a los demás sin antes vencerse a sí mismo. Acordaos de que vuestros vasallos son semejantes a vosotros, y que, teniendo las mismas necesidades que vosotros, debéis estar dispuestos a socorrerlos. —Hay muchas gentes desagradecidas—interrumpió uno de sus oyentes—, y de ellas mejor es no acordarse. —La ingratitud—repuso Fidel—la encontraréis, mayor o menor, en todos los hombres; y por eso conviene que en los hombres no miréis más que a hermanos vuestros, hijos del mismo Padre que está en los Cielos. Durante algún tiempo, encontramos luego a Marcos Rey ejerciendo la abogacía en Colmar, una ciudad de Alsacia. No ha nacido para embrollar pleitos ni para ganar mucho dinero en el foro. Por lo demás, no lo necesita. Las mismas riquezas que ha heredado en abundancia, se las entrega a los pobres. Da su dinero, su ciencia y su elocuencia. Se hace el abogado de todos aquellos que no tienen abogado porque no pueden pagarle. Quiere quedarse pobre, y no lo logra; y empieza a tener miedo de perderse. Las palabras evangélicas le amedrentan, y, empujado por este temor de su debilidad, busca un refugio en el convento de capuchinos de Friburgo. El día de su profesión escribía: «Para conformarme a la perfecta resignación y a la caridad, por la cual Jesucristo se resignó y ofreció a su Padre en el árbol de la Cruz, yo me ofrezco y consagro, por esta última voluntad mía, como un sacrificio vivo y eterno al servicio de la divina Majestad. Desnudo salí del seno de mi madre,. y desnudo, despojado de todas las cosas, me pongo entre los brazos de Jesucristo mi Salvador.» Pero Santa Catalina de Siena había dicho: «Nuestra alma es un árbol de amor, porque hemos sido creados para el amor. De este árbol debe brotar la bella flor de la gloria y de la alabanza del nombre de Dios. Dios se reserva esa flor, pero quiere que los frutos sean para nosotros, porque no le falta nada, y no necesita de nuestros frutos.» Y explicando su alegoría, terminaba la santa: «Glorifiquemos a Dios y trabajemos por el prójimo.» Tal fue el programa del abogado Marcos Rey desde que se convirtió en el capuchino Fidel de Sigmaringen. Ama al prójimo, y su celda es pequeña para su amor. Los pobres que antaño iban hasta él con los ojos arrasados de lágrimas para pedirle que salvase su vaca o su prado de las garras del usurero, le parecían ahora menos desgraciados que los herejes, pobres vagabundos que no conocen el hogar caliente y abastado de la santa Iglesia. A través de Suiza, camina el capuchino en busca de calvinistas. Muchos vuelven, de su mano, a la verdad; pero otros le llaman el romano, el imperial, el extranjero; estorban sus misiones y maquinan su muerte. Él lo sabe, pero no se acobarda. Tiene algo más de cuarenta años, pero ya ve que sus días están contados. Sus cartas terminan siempre con estas palabras: «Fray Fidel, que ha de ser pronto pasto de gusanos.» No obstante, sigue recorriendo, sereno, mejor aún, alegre, la tierra de los grisones y llamando a las puertas de sus casas y predicando en sus iglesias. Las balas rozan su hábito mientras predica, las piedras zumban a sus oídos cuando pasa por las calles, y él continúa hablando sin palidecer, sigue su camino sin volver la cabeza. Hasta que un día, al cruzar un páramo, se encuentra rodeado por una banda de herejes, que aúllan como lobos en torno, uno le destroza la cabeza con una maza, otro le clava un puñal en el corazón, y él muere pronunciando estas palabras: «Señor Jesús, ten piedad de mí; Santa María, asistidme.» |
ASanta Adelaida de Italia (Dic) Adoración de los Santos Reyes (Ene) Santa Agape y Santa Quionia (Abr) San Agustín de Cantorbery (May) San Alejandro, el Carbonero (Ago) San Alfonso María de Ligorio (Ago) Santos Angeles custodios (Oct) San Aníbal María Di Francia (Jun) San Anselmo de Canterbury (Abr) San Antimo y compañeros mártires (Abr) San Antonio María Claret (Oct) Anunciación de la Santísima Virgen (Mar) Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael (Sep) La Asunción de nuestra Señora (Ago) «»
()Este santoral se encuentra en construcción. Con el tiempo iremos añadiendo otras vidas de santos. Ayúdenos a mejorarlo. Si ud. encuentra algún error en los textos de este santoral, le agradecemos reportarlo enviando un Email a Correo HDV. |